Bajo su sombra

Ilustrado por: Sarai Fernanda León Valencia.
Autora: Sarai Fernanda León Valencia. 
Correo: saray2415@javerianacali.edu.co 

Cuento


Hermana perdóname, no llegué a tiempo. ¡Papá, es mi culpa! quizás fue mi manera de vestir, debí ponerme una falda más larga o recoger mi cabello, pero no te hice caso. Tal vez así no hubiera llamado su atención y todo habría sido más fácil. No debí confiar en él, pero es demasiado tarde, mi alma está destrozada y no encuentra consuelo.

Recuerdo cuando lo vi por primera vez en la oficina. Su rostro era una armonía entre su melena y sus ojos de color miel que reflejaban la dulzura de su mirada; su presencia transmitía el aire tranquilizador del primer día de primavera. Su piel de color blanca a palidecer resaltaba la belleza de su cabello color castaño, y esa manera de expresar sus palabras como escritor merecedor de un premio Nobel. Asimismo, como compañeros de trabajo, nuestra amistad empezó con una taza de café y un halago hacia mi cabellera, que comparó con la mirada de una noche despejada.

Sin embargo, no pensé que después de tantos años todo cambiaría. La noche estaba helada y el viento soplaba con fuerza, junto a mis compañeros de trabajo decidimos celebrar el ascenso de Ethan. Él eligió cenar en un restaurante muy famoso de comida asiática. La estábamos pasando muy bien y la comida era deliciosa, aunque de vez en cuando tenía la sensación de que me observaba de una manera peculiar. Cuando miré la hora eran las diez de la noche, me despedí de todos y lo felicité por última vez.

Mientras caminaba hacia mi carro, imaginaba el día después que pasaría con mi hermana en el parque de diversiones y pude notar que, a pesar de haber una gran cantidad de autos, se encontraba desolado. El viento soplaba fuerte y frío, como el aire de otoño me hacía encoger los hombros para encontrar un poco de calor en aquella soledad. Después de unos segundos, escuché a Ethan gritar mi nombre, necesitaba una cruceta porque su llanta estaba pinchada.

Nos dirigimos hacia su auto para cambiar la llanta. Mientras le ayudaba, me confesó que tenía sentimientos encontrados por mí, pero no le correspondí porque no estaba lista para una relación. Ethan insistía, pero tras cada rechazo que yo le daba, su rostro se iba oscureciendo. La conversación me hizo sentir incómoda, le di la espalda solo unos segundos. Volvió a pronunciar mi nombre, pero lo último que recuerdo es su cara desconcertada y la llama en sus pupilas, no podré olvidarlo jamás ¡Sentí miedo! Aunque esa sensación se fue en un abrir y cerrar de ojos.

Cuando desperté, él estaba ahí observándome. Su mirada me provocaba escalofríos y podía sentir cómo me penetraba hasta los huesos, además, pude notar que mi tobillo estaba encadenado a una viga que se encontraba en el centro del sótano. Por mi mente pasaban innumerables planes de escape, pero solo había dos salidas, las escaleras que conducían a la puerta y una ventana que por su opacidad era notable que no era fácil de romper. Sentía como se desvanecía la esperanza en el aire tras cada suspiro que daba en ese lugar maloliente. 

Ethan desapareció durante varias horas, pero parecían días. Mi boca estaba seca, mi estomago rugía, alrededor solo había polvo y humedad, se había olvidado de mí. El miedo se apoderó de cada parte de mi ser cuando escuché rechinar la puerta. Él era como la muerte acercándose. Su sonrisa era brillante, el suelo estaba húmedo, aun así, apretó mi cuello con fuerza, mis ojos se desorbitaban. Aunque lo arañará no le importaba, sus manos rasgaban mi falda, no podía gritar, me sentí desesperada. Solo quería que ese dolor desapareciera, hasta que así fue. Ya no sentía su pesadez ni sus manos recorriendo mi cuerpo.

Nunca me dio explicaciones. La sangre cubre mi cuerpo y solo huele a metal oxidado, una manta suave me arropa y el olor a tierra impregna el aire. Mis alas fueron cortadas por un sentimiento egoísta que me mantuvo encerrada como un prisionero. Así me empezaron a acompañar las raíces de los árboles y sus hojas que caen a morir conmigo. No estoy en casa, pero por fin estoy a salvo.