Autor: Brayan Alexander Córdoba Martínez.
Correo: brayancordoba08@javerianacali.edu.co
Cuento
“Jaque mate, otra víctima más”. Este fue el titular con el que Hartford apartó la mirada del periódico solo para observar con disimulo al anónimo que se incorporaba a su lado. Una gabardina de seda negra cubría parte de su rostro. Un hombre normal en Inglaterra, pensó. Sin embargo, no habría sentido la muerte rozando su piel si no hubiese sido capaz de apreciar aquellos ojos verdes, los mismos que al igual que su sospechoso alumbraban en la oscuridad.
Parcob Collins, era un hombre dedicado que trabajaba como contador en la ciudad de Londres. Una vida atareada para alguien que desea escapar del estrés del día a día. Como era de costumbre, Collins salía de su trabajo tras haber finalizado su jornada laboral, por lo que no tenía más que regresar a casa y disfrutar del descanso y la calidez que su esposa e hija podrían brindarle. Vivía a las afueras de la localidad, en un lugar aislado y frívolo. La fachada de su casa tenía un aspecto aterrador. Su interior por otra parte, se veía cálido, tan cálido como una taza de chocolate caliente. Pero no todo se pinta color de rosa, pues aquella casa escondía un oscuro secreto.
El otoño había llegado a Londres, avisando que los días serían grisáceos y deprimentes, en los que el sol poco asomaba. Gente elegante recorría sus calles luciendo sus vestimentas de diseñador. Por otro lado, cuando caía la noche, sus pasajes quedaban desolados, las tinieblas envolvían los faroles haciendo casi imposible ver a su alrededor. Yo la llamaba “La capital del horror”. Con los años, se presentaban crímenes tan atroces que pareciera que una bestia fuese partícipe de esto; lo raro, es que en ocasiones estos crímenes se volvían efímeros, pero luego regresaban con fuerte auge, lo que es misterioso.
Soy Sterling Hartford, un investigador del cuerpo de la Policía Metropolitana de Londres. Mis compañeros suelen decirme que soy obsesivo, pero solo estoy comprometido con mi trabajo. Al contrario de mí, ellos son indolentes. No obstante, hay un caso en particular que me tiene fuera de lugar. Se trata de una serie de asesinatos no recurrentes en los que un misterioso hombre siempre se presentaba en las escenas del crimen. Podría jurar que se trataba de un ciudadano cualquiera, pero el hecho de que sus ojos verdes iluminaran en la oscuridad mientras oculta su frío semblante, ya era para sospechar, sobre todo si su mirada era tan penetrante.
Llevaba tiempo buscando al culpable, hasta que hallé pistas que me guiaron a una compañía donde uno de los accionistas fue brutalmente asesinado. La víctima fue encontrada empalada por un tubo de metal que atravesaba su cuerpo y parte de la pared, mientras que su sangre brotaba caudalosamente abarcando una gran parte del callejón en una esquina del edificio. Esas muertes eran tan sádicas que no se podía creer que un ser humano cometiera tales actos, pero había alguien, aquel misterioso hombre de gabardina y sombrero negro, que huía en dirección contraria, lo que me llevó a creer que se trataba de él; el asesino.
Mi investigación se estaba viniendo abajo y mientras buscaba pistas de dónde podría estar, llegué a la conclusión de que el sospechoso trabajaba en la compañía de contadores. Ahí, conocí a Parcob, unos de los trabajadores que más tiempo llevaba laborando para ellos. Era alguien con una personalidad extraña, pero fue el único que decidió colaborar con la investigación y otorgar la información que precisaba, convenciéndome de que en realidad era solo bastante amable. Al ser una pieza fundamental para el caso, me vi obligado a saber más de su vida y fue tal mi sorpresa al descubrir que el señor Collins guardaba un oscuro secreto.
Para asegurarme de que fuera cierto, me tomé la libertad de estudiar su historial. Cuando era niño, su padre agredía a su madre, hasta el punto de quitarle la vida de forma brutal por el simple hecho de haber tratado de huir. Tras su muerte, la ira de su padre se vio envuelta en Parcob. En medio de todo, su progenitor atentó contra su vida luego de tener una discusión con él, estrellando contra su cabeza una lámpara, causando graves lesiones en su cerebro, y como consecuencia, Parcobdesarrolló un trauma que pronto se convirtió en un problema que lo llevaría a tener una doble personalidad de la que ni él mismo se percataría.
Todo fue tan claro cuando vi sus ojos brillar en la noche, o el brazalete carmesí que acariciaba cada vez que se sentía nervioso. Lo tuve frente a mí todo este tiempo, ¿recuerdan aquel hombre amable que me ayudó con la investigación? Bueno, resultó ser otra cosa. Lo más imperdonable fue el deshacerse de quienes lo eran todo para él. Ahora, ¿qué otros atroces actos me dejarás ver?, ¿quién será tu próxima víctima?, ¿a qué juegas realmente, Parcob Collins?