La sangre los une: un encuentro después de 24 años

Fotografía tomada por: María Fernanda Correa Ricardo
Autora: María Fernanda Correa Ricardo.
Correo: mfcorrear@javerianacali.edu.co 

Crónica


 

A las tres de la tarde Katalina llegó al edificio donde tendría una cita muy importante. Sudando frío y temblorosa, entró al ascensor y pulsó el botón para dirigirse al quinto piso. Al salir de allí y caminar por el pasillo, se encontró con un pequeño niño rubio de unos 6 años gritando «¡llegó, llegó!». Katalina, con los ojos llorosos, llegó al apartamento y la primera persona en salir fue su hermana, quien la abrazó fuertemente. Luego se enteró de que el niño que anunció su llegada era su sobrino. Finalmente, suspiró al ver por primera vez a su padre, un hombre delgado y canoso, con facciones muy parecidas a las suyas, quien le entregó una caja de flores, como ella siempre había querido.

Katalina Tróchez Figueroa tiene 30 años. Nació en Cali y es una mujer emprendedora a la que le encanta conversar y cuya alegría está siempre presente en la sonrisa que la caracteriza. Es la única niña del hogar de don Célimo Tróchez y doña Judith Figueroa, quienes junto con sus tías y su madre Patricia, dedicaron sus vidas a criar a esta pequeña gran mujer. A pesar de no contar con un padre presente, nunca sintió un vacío, gracias al amor y dedicación de su familia.

Durante los años noventa, Patricia Tróchez trabajaba como asesora de ventas en un almacén de la cadena La 14, mientras que Jorge Torres, ingeniero de sistemas, desempeñaba su labor en el área de sistemas. Los dos mantuvieron una relación amorosa hasta que un día Patricia confesó su deseo de tener un hijo y le hizo saber que la única persona con la que quería tenerlo era con él, pues se encontraba profundamente enamorada. Jorge le dijo que por el momento no podía ayudarla, debido a que tenía otras responsabilidades. Sin embargo, Patricia estaba decidida a ser madre y siguió adelante con su plan. No quiso buscar el apoyo de Jorge porque no se sentía segura, puesto que él ya tenía cuatro hijos de otras mujeres y no quería que su hija compitiera con ellos. Finalmente, quedó embarazada y dio a luz a Katalina. 

Por los días del nacimiento, Jorge recibió en su buzón una carta con el nombre de Katalina. Patricia no tenía ningún interés en que él formara parte de la vida de su hija. Por eso, le cuenta jocosamente a Katalina que solo lo utilizó para cumplir su deseo de ser madre. Tiempo después, Jorge decidió visitarlas y le llevó un hermoso detalle que más adelante tendría una gran conexión con Katalina. “Mi papá me alcanzó a conocer cuando yo nací y me llevó un elefante rosado, y es rarísimo porque yo amo los elefantes, es mi animal favorito”, cuenta Katalina muy emocionada.

A los cinco años, una de sus tías le mencionó que ella tenía hermanos, pero la pequeña Katalina no quiso escuchar más al respecto. Con el tiempo, alrededor de los doce años, Patricia le confesó que su padre tenía más hijos y que podría estar viviendo en Bogotá. A pesar de esto, siempre le habló positivamente de aquel hombre y le aseguró que nunca la había abandonado, solo que ella quería ser madre. «Mi mamá me contaba que él nunca me dejó, de hecho, siempre me habló bien de él», continúa contando Katalina con entusiasmo.

A los dieciocho años Katalina empezó a asistir a la iglesia. Durante un retiro espiritual, una señora se acercó y la abrazó, «perdóname, hija», le dijo al oído. En ese momento, pensó en tres personas quienes la habían lastimado, pero jamás en su padre, ya que nunca había convivido con él. La señora continuó hablando con ella, como si fuera su padre, lo que la llevó a pensar que quizás había fallecido, pues su madre le comentó que él sufría de ataques de epilepsia. Katalina recuerda ese momento con nostalgia, puesto que no imaginó que su padre estuviera presente.

En el año 2017, Katalina recibió una llamada de su madre, Patricia le comentó que una hermana de su padre la fue a buscar en su lugar de trabajo, que seguía siendo La 14, llevando una carta de parte de él, expresando su interés en conocer a su hija.  ¿¡Q!?, respondió Katalina muy sorprendida. Patricia decidió hablar primero con Jorge para que fuera mucho más fácil. Unos días después, Katalina recibió una llamada suya. «Hola, ¿cómo estás?», fueron las primeras palabras que intercambiaron. La conversación no quedó ahí, ya que las hijas mayores de Jorge, Oriana y Linda, estaban ansiosas por conocer a su hermana menor y le pidieron a su papá el número de teléfono para contactarla.

«Vamos a vernos el sábado, ¿no?», fue el mensaje que recibió Katalina de una de sus hermanas para verse con su papá.  Llegó el 26 de noviembre del 2017 y los nervios la atormentaban con un dolor de estómago constante. Sin embargo, todo desapareció cuando finalmente abrazó a su hermana, conoció a su padre por primera vez y se sentaron a conversar, aunque parecía más una entrevista que una charla informal. Luego, la otra hermana llegó media hora tarde con un cartel de bienvenida, lo que desencadenó las risas y el ambiente de alegría de los Torres, haciéndola sentir muy cómoda. De hecho, la reunión fue tan agradable que no tuvo tiempo de revisar su celular.

Finalmente, se sorprendió aún más al descubrir que cada hijo era de una madre diferente y que tenía dos hermanos más llamados Jorge. En ese encuentro, donde la pena no tenía cabida, pudo resolver muchas preguntas que se había hecho toda su vida, como por qué tenía una contextura gruesa y mucho busto, características que no compartía con su familia materna. Las respuestas fueron evidentes; sus hermanas tenían una contextura similar y su tía paterna también tenía mucho busto. Además, compartía rasgos faciales muy similares con su padre. Fue un momento muy emotivo y revelador. En medio de las conversaciones, su padre confesó que después de desaparecer de la vida de Patricia, decidió irse a vivir a Chile y establecerse con la madre de su segundo hijo.

En diciembre del 2017 Katalina cumplía 25 años, así que su padre y hermanas alquilaron una finca para celebrar su llegada a la familia. Durante la celebración, Katalina presentó a Andrés, su pareja, y lo hizo parte de la reunión. Su hermana Oriana llegó con una caja grande llena de regalos y un peluche de elefante. Eran los 25 regalos que nunca le pudieron dar y que cada uno tenía una etiqueta que decía «el regalo del primer año» y así sucesivamente hasta llegar a los 25 años. Al recibirlos, Katalina no pudo contener sus sentimientos y lloró de emoción.

Después de pasar tiempo con su padre y hermanos, tuvo la oportunidad de conocer al resto de su familia, incluyendo a sus tías y abuelos, en una misa en honor a su bisabuelo que estaba enfermo. Luego, se fueron a una casa para reunirse con el resto de la familia, donde Katalina conoció a Claudia, la hermana de Jorge. Ella quedó muy sorprendida al ver lo parecida que era a su tía, con su forma de hablar, su personalidad extrovertida y su risa muy particular, que llama mucho la atención. Aunque estaba un poco incómoda en una reunión tan grande, ya que estaba acostumbrada a reuniones más pequeñas, se sintió muy conmovida cuando su abuelo paterno le dio la bienvenida oficial a la familia, pidiéndole a todos que la aceptaran. En ese momento, le entregó una bolsa de regalo que contenía una pulsera grabada con su nombre “Katalina Torres”, lo que la hizo llorar incontrolablemente.

Más tarde recibieron la noticia de que el bisabuelo había fallecido. Aunque la familia era muy sentimental, parecían tomarlo con tranquilidad y empezaron a molestar a Katalina, diciéndole que el bisabuelo había dejado a «la nueva». En los días siguientes, el abuelo de Katalina le envió un correo electrónico animándola a encontrar una carrera que le gustara y asegurándole que la apoyaría en todo lo que necesitara. Desafortunadamente, 15 días después de aquel mensaje, el abuelo falleció.

En la actualidad, Katalina disfruta de una buena relación con su familia. Ha pasado de ser hija única a ser la hermana menor, y de tener pequeñas reuniones a participar en eventos familiares más grandes, como aniversarios, cumpleaños y celebraciones. Ahora, sus navidades son mucho más festivas y unidas. A pesar de las circunstancias, mantiene una hermosa relación con su hermana mayor Oriana, con quien se siente muy cómoda y feliz. También se preocupa por su padre, aunque no hablan con frecuencia, Katalina está ahí por si necesita algo.

Por otro lado, la familia Trochez está feliz de que Katalina haya conocido a su padre y haya descubierto que tiene una gran familia, ya que temían que quedara sola al ser la única nieta, sobrina e hija en la casa Trochez.

Resulta sorprendente que Katalina haya conocido a su padre a los 24 años, ya que es una situación poco común y difícil de presenciar.  Esta circunstancia es una de las pocas posibilidades que existen de que alguien se reencuentre con su padre después de tanto tiempo. Por esta razón, algunos de los amigos de Katalina lo ven como una historia digna de aparecer en la famosa serie televisiva La rosa de Guadalupe.