Trazos de amor oscuro

Fotografía tomada por: Sara Angarita Saldarriaga
Autora: Mariana Burbano Bucheli.

Correo: marianaburbano3@javerianacali.edu.co 

Cuento


 

Quisiera poder decir que lo que estoy a punto de contar no fue un problema. Esta no es la historia de amor que todos en un inicio mueren por vivir. Es increíble que en la intensidad del sentir humano haya sido yo quien viviera tal martirio. Descubrí el sabor amargo del amor trágico al probar cada surco en sus manos, cada caricia mal intencionada y aquellas palabras hirientes que me recordaban lo poco que valía.

Siempre tuve la costumbre de hacer conversaciones exageradas en mi mente, mientras estaretumbaba. Podía pasar horas y horas buscando en mis pensamientos la respuesta a mi pregunta, ¿encontraré algún día ese amor vibrante y ardiente que parece tan cercano pero a la vez tan lejano? Jamás pensé que aquella pregunta tendría su respuesta para mal, recuerdo el día que todo tuvo sentido, a primera vista, su tez delicada, la esencia de su piel y la forma sumamente atractiva en la que todos hablaban de él; me hizo sentir cosas que no había sentido nunca por alguien.

Fue como si el destino me hubiera llevado de la mano hacia Miguel, y cuando por fin lo tuve frente a mí, sus ojos ardientes me confirmaron todo lo que mi corazón había escuchado desde el principio. Era el tipo de hombre que todas en un inicio deseaban tener; un caballero que,por más que trataba de ver con ojos de amistad por miedo a enamorarme, con sus palabras y gestos me envolvió en un abrazo de suavidad y dulzura como un manto de seda. Coloreé cada actitud  suya con el pigmento del romanticismo sin saber  que era solo una ilusión, una fachada que cubría un oscuro laberinto de engaños y dolor.

El inicio perfecto de mi relación repentina me hizo creer que era el amor de mi vida. Sentía como me llenaba de sentido y alegría cada vez que sus manos rozaban mi piel. Incluso cuando esos toques se convertían en pequeños golpes, pensaba que era solo su manera de despertarme, de decirme que me amaba. Discutimos por cosas sin importancia, y me hería con palabras que al final dejaban en mí una marca de amargura guardada en un baúl con llave en el fondo de mi corazón porque, al fin y al cabo, todo lo hacía con amor.

Poco a poco esos hechos de amor violento se convirtieron en mi rutina diaria y no podía estar segura en mi propia casa. Momentos invadidos de su presencia solo para recordarme, por medio de humillaciones y golpes, que era yo lo peor que le había pasado. Pero no podía dejarme porque estar conmigo era lo único que lo hacía sentir vivo, ¿y yo?, solo seguía pues mi alma se aferraba a él con uñas y dientes, incapaz de volar libre.

Al darme cuenta de todo el terror psicológico que sentía hacia él, no me quedó de otra más que ahogarme en mis propias lágrimas y escuchar mi mente retumbar, mientras me repetía una y mil veces que la decisión de conocerlo había sido la causante de mi perdición. Pedía a gritos que alguien me salvara, pero en la inmensidad de mi casa y variedad de conocidos, me sentía vacía y mi voz estaba ausente. ¿Cómo era posible que me enamorara de alguien que no sentía lo mismo? ¿Cómo permití tantos malos tratos pensando que era amor?

Darle fin al sufrimiento fue lo más duro y por más que insistió en quedarse en mi vida, la decisión ya estaba tomada. No podía permitir que siguiera conmigo y me sentía tranquila de haberlo sacado a pesar de la poca estabilidad que me quedaba. Al final no lloraba por la falta que me hacía sino por la tranquilidad que sentía de que su presencia ya no atormentará mi vida.

Sé que ha pasado mucho tiempo, todavía siento las marcas indelebles que aquel hombre egoísta y maltratador dejó en mi cuerpo y en mi alma. Pasé de estar absurdamente enamorada a un estado de muerte en vida con el dolor y los suspiros presentes en cada recuerdo plasmado en mi mente, teniendo claro que jamás volvería a abrirme al amor.